Índice
- Introducción
- La transformación de las imágenes mediante la IA generativa: situación actual, ejemplo y necesidad de contraste
- Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
¿Qué ocurriría si dejamos toda la creación artística en manos de la tecnología? ¿Es la tecnología un aliado fiable, o por contra reproduce únicamente aquello que nosotros queremos mostrar? ¿Esta selección no sería similar a la que hace el pintor al decidir qué plasmar?
Con la llegada de la tecnología al campo de las artes visuales de una forma masiva, generalista y en algunos casos, sin control, surgen miles de preguntas que cuestionan las capacidades creativas de humanos y maquinas y el derecho a la creación artística. Con la aparición de las herramientas de IA generativa, nace la posibilidad de crear para cualquier persona, independientemente de su formación artística. Simplemente necesita una descripción.
Estas posibilidades son, sin duda, una democratización de la creación. Pero trae consigo la duda sobre si se trata de una creación real o una copia. Además, la cuestión se torna aún más peliaguda cuando indagamos en las imágenes que sirven de base para estas tecnologías. Si apoyamos la idea de que las tecnologías no hacen más que un collage de imágenes, la posibilidad del uso sin control es un grave perjuicio a la obra que sirve de base y sus creadores. Sobretodo porque, en algunas ocasiones, están protegidas por derechos de autor,
Si por otra parte consideramos que es la tecnología quien “crea” estas nuevas piezas, nos debatimos entre considerar si la IA es creativa o es la persona quien otorga esa creatividad, transmitiendo en todo momento lo que quiere hacer y ver como resultado. En este caso, la tecnología simplemente cumple órdenes.
Con todo esto sobre la mesa, surge recientemente el caso polémico de aplicar IA a obras de arte existentes y famosas en periodos anteriores. Este proyecto buscaba ampliar las obras mas allá de los limites del marco. Aunque parece a priori una buena idea, como veremos no está exento de dudas y cuestionamientos sobre la veracidad de estas ampliaciones. En este caso es interesante preguntarse: ¿cuestionamos el resultado por no tener un control de un experto sobre estas ampliaciones… o por haber sido realizadas mediante IA? ¿Qué opinión tendríamos si llevar la pintura fuera del marco hubiera sido hecho mediante óleo y otras técnicas, aunque careciese de veracidad histórica?
La transformación de las imágenes mediante la IA generativa: situación actual, ejemplo y necesidad de contraste
Las nuevas tecnologías, unidas a los programas y soluciones ya existentes, permiten ir más allá y ser más veloces en la creación artística. La nueva versión de Photoshop que incluye IA permite cambiar los fondos de manera ágil, añadiendo uno nuevo simplemente con una descripción. También de Adobe, el programa Firefly permite hacer nuevas creaciones con dos líneas de texto, verbalizando lo que imaginamos y pudiendo ajustarlo después hasta conseguir el resultado esperado. Los programas como Stable Diffusion o Midjourney ya son, en si, un collage de referencias utilizadas para crear algo nuevo.
Este proceso podría asemejarse a los propios del ser humano cuando combina, consciente o inconscientemente, partes de imágenes, textos y experiencias para crear algo nuevo. En cambio, la IA no puede combinar esas experiencias sensoriales propias del ser humano. Por tanto, falta una pieza esencial para poder equiparar la creatividad de la máquina y la del humano. Además, podemos considerar que las imágenes resultantes de la IA no son más que la creación visual de las ideas del usuario que escribe, de un humano, con lo que es una transferencia de creatividad a la máquina ejecutora.
Aun así, la democratización que ha supuesto la entrada en el panorama visual de estas herramientas hace que debamos recapacitar sobre el uso y el significado de la imagen. Debemos promover una alfabetización visual robusta, en un contexto donde es cada vez más difícil discernir qué imágenes son auténticas y cuáles no. Es esencial aprender a identificar cuáles son creadas por IA y cómo afectan a la representación de la realidad. Para esto último, es esencial contar con expertos cuando aspiremos a la fidelidad histórica al representar eventos del pasado. En la siguiente sección hablaremos del papel de los historiadores para garantizar la veracidad en las imágenes.
El papel del historiador en conjunto con la tecnología
Las herramientas de IA generativa están ayudando a democratizar el acceso a esta tecnología, incluso sin tener conocimientos específicos en informática. Esto permite expandir las capacidades creativas de las personas, independientemente de su nivel de conocimiento del área. Aplicaciones como ChatGPT están ayudando a miles de personas a generar contenido, a desbloquear el miedo a la hoja en blanco o a ser mas creativos. De la misma forma, Stable Diffusion, Midjourney o Dalle2 permiten crear nuevas imágenes en formato foto, ilustración o otros, sin necesidad de tener conocimientos previos aparentemente.
En cambio, tener formación previa que pueda guiar a la hora de escribir a partir de ChatGPT o de generar imágenes puede ser un game changer. Conocer la composición, la paleta de color y la incidencia de la luz harán que, mediante iteraciones, se consiga una imagen resultante mejor. O también que la imagen pueda ser posteriormente editada en Photoshop para lograr nuevas variaciones y crear así una obra única. Lo mismo sucede con la escritura, pudiendo generar infinitos textos y modificándolos conforme queramos, basándonos en nuestro conocimiento y criterio.
Los retos a los que nos enfrentamos: reescribir la historia a nuestro gusto
Existen varios peligros con respecto a todos estos textos e imágenes que ahora están siendo generados con IA y que, por su rapidez, inundan el ecosistema digital. El principal, tener tanto contenido generado por IA (con diferentes niveles de calidad) está causando que no tengamos información útil, sino contenidos repetitivos con el mismo estilo que generan ruido en vez de transmitir valor. Otro de los peligros, pero no menos importante, es la distorsión de nuestras imágenes mentales debido a este contenido.
Las imágenes generadas por IA, que representan escenarios históricos como la Antigua Roma, las Guerras Mundiales o la Revolución Francesa, se crean según los criterios del usuario que introduce el prompt. En estos casos, a menudo no se busca una fidelidad histórica sino que se aboga por una imagen impactante que genere interacción en redes sociales o despierte sensaciones en quienes la vean. Ciertamente, este fenómeno ya viene sucediendo desde hace tiempo: la IA y el imaginario colectivo nacen a partir de estas imágenes, recogidas de películas, libros y referencias que ya han interpretado los hechos de la historia de una manera conveniente. Volver a editar estas imágenes supone una vuelta más al imaginario colectivo.
Si esto sucede sin una supervisión de un profesional de la historia, que pueda ayudar a corroborar los hechos e incluso detalles concretos como las vestimentas, herramientas y costumbres de un periodo, corremos el riesgo de reescribir la historia en nuestra imagen que percibimos de ella, pero esta vez de manera errónea y sin basarse en los datos. Por ello, es esencial que especialistas como historiadores, arqueólogos y otros profesionales revisen estas imágenes generadas por IA que buscan representar la historia y contribuyan a eliminar mitos y enfocarse en la recreación fidedigna de lo que una vez fue realidad.
El caso de la Mona Lisa y los limites del marco
Hace algunos meses, con el auge de las herramientas de relleno y ampliación de fondo como uncrop o la propia integración de la IA en Adobe Photoshop, sobrevino una nueva oleada de creatividad con IA que empujó más allá las obras ya realizadas anteriormente, buscando nuevas respuestas y puntos de vista. Pero no todos los resultados fueron bien acogidos. El ejemplo de la Mona Lisa fue el más controvertido. Un usuario de la red social X (antes, Twitter) fue quien decidió hacer este experimento, expandiendo los límites del marco pictórico para mostrar nuevos espacios antes ocultos en las pinturas.
Sin embargo, desde el punto de vista artístico, dejar estas decisiones en las manos de un algoritmo y del reconocimiento de patrones puede ser un error.
La obra artística no tiene únicamente sentido por la parte visual. Entender al artista, la técnica pictórica y los materiales, el contexto sociocultural del momento y su influencia en él son clave para poder hacer un análisis de la pintura. Más todavía si lo que pretendemos es expandir sus límites. De la misma manera, es importante conocer a los personajes que aparecen en las obras, las relaciones con el artista y a quién pertenece la pintura: si era una creación voluntaria, si era un encargo, si cambió el mensaje y sentido según quien lo tuviera…
El fondo irreal de La Gioconda
Es el caso de la Mona Lisa. Estas ampliaciones se realizan sin tener en cuenta el conocimiento real sobre en qué momento, situación y lugar se pintó el cuadro. Con el caso de la Gioconda, vemos como la IA expande el fondo y representa un paisaje. En cambio, historiadores e investigadores tienen la certeza de que fue pintada mientas estaba sentada en un balcón, del cual se aprecian las columnas a los laterales de la obra original. El fundido a negro del suelo, así como la replica del cielo por los laterales superiores genera una nueva imagen, impactante y aparente, pero que no tiene que ver con la realidad del cuadro.
Si comparamos la Gioconda del Museo del Prado (1), la generada por una IA (2) y la del Louvre (3), encontraremos claras diferencias. La más evidente es la de las columnas y el palco que hacen de fondo a Lisa Gherardini. La segunda, la atura de las montañas, completamente generadas por IA. Además, se añaden a la imagen unos cúmulos de nubes que nada tienen que ver con el original. Gracias a la versión del Prado, que parece tener una mejor conservación y donde el barniz no está oxidado, observamos claramente los detalles que la IA, debido a la calidad de la imagen utilizada y su invención, ha eliminado.
Conclusiones
La IA aplicada a la imagen visual puede ser un punto de inflexión en la creatividad humana (o humana-robot). Ya sucedió con la aparición del óleo, las pinturas portátiles o la cámara fotográfica en siglos anteriores. Y, tal como ya sucedió, tampoco es de extrañar que hayan creadores en contra de estas innovaciones tecnológicas. Estos detractores alegan que deforman el arte, que no son realmente creativas y que utilizan trabajos de otros sin el consentimiento, tal como en su día la fotografía se calificó como una herramienta que permitía deformar la realidad.
Lo cierto es que la ética, la coherencia en el uso y las buenas prácticas son la base para garantizar que la imagen final no utilice trabajos de otros, que no deforme o que transmita ideas veraces. Pero sin ir más allá, la propia pintura se ha usado durante siglos para transmitir ideas y conceptos que no eran veraces. Los pintores cambiaban la realidad y la mejoraban según el criterio del artista o del mecenas que encargaba la obra. Por ejemplo, la abstracción utiliza formas no convencionales para explorar nuevas formas de comunicar y la representación de mundos fantásticos tampoco son garantía de realidad, pese a los detalles de sus elementos.
Es esencial que, en trabajos académicos o de investigación que busquen acogerse a la realidad de tiempos anteriores y que hagan uso de la IA, sí que se tenga en cuenta el importante rol de historiadores y científicos para asegurar esa representación fidedigna y poder recrear lo que una vez existió basándose en evidencias y pruebas.
La democratización de la creación artística no debe tomarse como un error o algo perjudicial. Es más, toda persona puede crear bastándose de un elemento para trazar y otro que registre el trazo. Lo que aporta esta tecnología son resultados que se amoldan a nuestros cánones de “válido/no válido” de una manera exprés sin necesidad de destrezas manuales. Dado que no podemos volver atrás y es inevitable el uso de estas herramientas por su rapidez o por la presencia en el día a día, es esencial apostar por una educación en artes visuales que sea realmente significativa. Educar en observar, identificar elementos y tener un pensamiento creativo es esencial para saber analizar y verbalizar las creaciones. Y además, lograremos tener claras las necesidades en cuanto al respeto de los derechos y la propiedad intelectual.
Bibliografía
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- Holgado, R. (2023, 1 junio). Así sería la Mona Lisa si Leonardo hubiera pintado el resto del paisaje, según una IA. 20bits. https://www.20minutos.es/tecnologia/inteligencia-artificial/mona-lisa-paisaje-inteligencia-artificial-photoshop-5133767/
- Nguyen, D. (2023). The effects of AI on digital artist. Theseus. https://urn.fi/URN:NBN:fi:amk-202305088212
- Sesé, J. R. (2020). El diseñador gráfico en la era de la inteligencia artificial. Eme, 8(8), 66. https://doi.org/10.4995/eme.2020.13210