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Índice

  1. Introducción: El Renacimiento, el humanismo y la recuperación de los clásicos
  2. Pero, ¿Por qué Roma?. Del Paleocristiano al gótico: Influencias romanas y bizantinas
  3. Pintura y escultura: influencias clásicas en Miguel Ángel y Rafael
  4. Arquitectura: El caso de la cúpula de San Pedro del Vaticano y sus precedentes en Florencia y Roma
  5. La recuperación de temas paganos en el arte
  6. Conclusión
  7. Bibliografía

Introducción: El Renacimiento, el humanismo y la recuperación de los clásicos

Estas civilizaciones clásicas sentaron las bases para el arte de los siglos posteriores. Durante el Renacimiento y con los descubrimientos de restos artísticos en la península itálica, floreció un sentimiento que hizo poner el foco en este arte clásico como el verdadero y fuente estilística. Esto sucedió especialmente en Roma. No solo fue el arte, sino que esta mentalidad se expandió (tímidamente al inicio) por todos los ámbitos. Se recuperaron textos clásicos y se sentaron las propias bases del humanismo. En este artículo hablaremos sobre las influencias del arte clásico en el Renacimiento. Aun así, siempre estuvo presente en el arte italiano de otras épocas (te cuento en este post la importancia del arte de la antigüedad y sus influencias). Desde 1300, esta relación situó lugares como Florencia, Siena o Roma como punto clave en el surgimiento de una nueva mentalidad y corriente artística.

Pero, ¿Por qué Roma? Del Paleocristiano al gótico: influencias romanas y bizantinas

Italia fue la cuna del arte clásico, teniendo su centro en Roma. Entre las 7 colinas se ubicaron primero los etruscos y más tarde, los ya llamados romanos. Roma fue el centro de la civilización y el Imperio que, en sus mejores tiempos, alcanzó todos los territorios bañados por el Mediterráneo. La zona más oriental llegó hasta los territorios de Mesopotamia y Asiria. En el oriente, esta expansión permitió el intercambio comercial y cultural con otras culturas de la zona asiática. 

La extensión del imperio romano a lo largo del Mediterráneo. (Mapa de: World History)

Debido a esta expansión de fronteras y al propio desarrollo de los organismos del Imperio romano, surgen figuras y concepciones de vital importancia para entender por qué, siglos más tarde, volvió a ser el centro político, social y cultural de occidente. Por ejemplo, destaca la figura del pontífice, que nace en la Antigua Roma y se mantiene en los siglos posteriores. O la vinculación cultural con el imperio Bizantino y la influencia permanente de los restos artísticos de la civilización romana. Estos antecedentes provocan que Italia se mantenga como punto crucial cultural, aunque en los siglos del románico y el gótico el foco se desplaza hacia Francia.

 De la misma manera, durante las etapas anteriores al Renacimiento existieron copias y referencias. Siempre tenían un elemento común: el arte paleocristiano desarrollado con Constantino I y los restos de sarcófagos, esculturas y arquitectura de la Roma Imperial influyeron en las creaciones artísticas. Así se garantizó siempre una particularidad en los estilos que se desarrollaban.

Pasada la época de las invasiones y del imperio bizantino, en Italia se desarrolla el arte románico y gotico influenciado por su herencia romana y oriental. De manera temprana surgen las primeras obras con un estilo propio y característico. Retoman de pleno la antigüedad como ejemplo de un arte y mentalidad superior para, con el tiempo, ir más allá de sus propios límites. En un contexto de pobreza y hambruna, las nuevas obras tienen como finalidad erigir unas nuevas ciudades, ya plenamente urbanas. Y en ellas, los dirigentes iban de la mano con la religión, como en la antigua Roma. 

La renovación de Roma y la voluntad de construir nuevas obras arquitectónicas de la mano de los mejores artistas va acompañada de una corriente en la que la antigüedad cobra importancia. Roma volvería a ser cumbre de la civilización, de la cultura y pensamiento occidental y de la cristiandad. En estas obras urbanísticas y de renovación es donde nos encontramos con la influencia directa de la arquitectura y escultura clásica. Se copia, no solo, el estilo de los edificios en las nuevas construcciones, sino también su emplazamiento. Se une el lugar al simbolismo de poder que representan. Es el caso del Vaticano, en el mismo lugar de la basílica de San Pedro de los últimos tiempos del imperio.

Tal como dejó establecido Constantino al ratificar el cristianismo como religión principal, la basílica se tomó como espacio para el culto católico. En esta renovación de la ciudad, el lugar del martirio de San Pedro fue lo primero en pensar para realizar una nueva arquitectura, grandiosa y propia del lugar que se convertiría en uno de los puntos clave de la cristiandad.

Pintura y escultura: Influencias clásicas en Miguel Ángel y Rafael

Desde Giotto, los artistas del renacimiento se vuelcan en la representación fiel de la realidad basada en las proporciones, en la naturaleza, la observación y la luz. Retoman a los clásicos y sus concepciones artísticas para realizar nuevas obras de arte. Y estas irían más allá de los principios de Grecia y Roma. El caso más destacado donde se perciben influencias del periodo clásico es el de Miguel Ángel Buonarroti. Genio del Renacimiento, coincidió en el tiempo en que fueron descubiertas obras de la antigüedad clásica como el Torso Belvedere y, sobre todo, el Laocoonte, obra referente del periodo helenístico. La torsión de los cuerpos, el modelado de las formas, así como el claroscuro de la figura quedaron grabados en la retina e intelecto del artista, quien aplicó su aprendizaje a las obras que creó como la Capilla Sixtina.

En el siguiente apartado vamos a acercarnos a los ejemplos de obras renacentistas del Vaticano. Analizaremos cómo se ha estudiado, absorbido y aplicado los modelos y principios del arte clásico. ¡Así que, ponte cómodo y sigue tu lectura!

El torso Belvedere y el Erecteión en el Renacimiento: los frescos de la Capilla Sixtina y la Escuela de Atenas de Rafael

Artistas como Leonardo, Rafael o Miguel Ángel tienen claras influencias del arte clásico en sus obras. Esto se percibe tanto por la composición como en las temáticas representadas y las emociones que se buscaban transmitir. 

En el caso de Rafael, destacamos cómo la literatura clásica y la filosofía influyen en su obra en la representación de “La Escuela de Atenas”. Este fresco es el mejor ejemplo para definir varias de las características que unen el renacimiento con el mundo antiguo. En él, se representan personajes sobresalientes de la cultura clásica o se basa en los propios escritos para la composición de la pintura. Entre los personajes que aparecen encontramos a Platón, Sócrates o Hipatia de Alejandría. Puedes ver mejor quién es quién en esta ilustración:

Análisis de «La escuela de Atenas». Cifuentes, P. (2021) Historia del arte en comic 3: Renacimiento. Desperta Ferro Ediciones

En el mismo lugar, las estancias vaticanas, llama la atención el uso de esculturas pintadas que sostienen el espacio donde se representa la pintura. Ahora recordemos la Acrópolis de Atenas y el Erecteion, conocido por las cariátides allí representadas en mármol. ¿No vemos, acaso, un traslado directo de esas esculturas a esta pintura? 

Erecteion. Mnesicles. Siglo V aC. Acrópolis de Atenas (Foto de Flickr) | La escuela de Atenas. Rafael Sanzio (1510) Stanza della signatura en los Museos Vaticanos, Roma (Foto de National Geographic)

Tal como hemos visto, uno de los recursos utilizados por Rafael y otros artistas del renacimiento fue la representación pintada de esculturas, dotándolas de un volumen y claroscuro que hacen confundirse al espectador. Esta sensación y unión de las tres artes en la misma estancia se verá potenciada posteriormente en el barroco.

En cambio, es importante diferenciar que en el renacimiento se prioriza el dibujo, la línea frente a la apariencia de ingravidez del volumen que se da en los escenarios de claroscuro barrocos.

Por otro lado, nos encontramos con Miguel Ángel, quien recibe el encargo del papa Julio II de decorar la bóveda de la Capilla Sixtina. No fue el primero en pintar en este espacio sagrado: la capilla contó con el trabajo de artistas como Ghirlandaio, Botticelli y Perugino para los frescos laterales. Posteriormente a la intervención de Buonarroti, también trabajó en ella Rafael con la creación de unos tapices para las paredes. (Si quieres saber más sobre el homenaje a esta obra de Sanzio que se hizo por su 500 aniversario, visita este post de National Geographic ).

En las figuras representadas en el fresco de la bóveda, así como también las del posterior fresco de “El juicio final” podemos observar como Miguel Ángel estuvo claramente influido por el arte del periodo clásico. El estudio de la anatomía, el movimiento de los cuerpos y de las ropas, los cánones y proporciones con las que se articulan las figuras y el sentido de la perspectiva en los espacios representados son innovaciones que ya se desarrollaron en el periodo clásico o en la etapa renacentista anterior, el Quattrocento.

El gusto y estudio de la anatomía puede verse claramente si comparamos la archiconocida escena de “la creación de Adán” o el Dios de “El juicio final” con referentes clásicos como el “Torso Belvedere o el “Laocoonte”. La direccionalidad del cuerpo de Adán puede encontrar un paralelismo con la figura principal del grupo helenístico. Pero sin duda es el Dios, nada piadoso, del segundo fresco el que se relaciona más directamente con la obra mencionada. El abdomen, la posición de las piernas o el gesto con el brazo remiten directamente al Laocoonte, pero transmitiendo un sentimiento muy diferente.

Atento a esta curiosidad. Miguel ángel, quien estuvo presente en el hallazgo del Laocoonte y fue llamado por el papa para evaluar la escultura (a la que le faltaba el brazo levantado por aquel entonces), determinó que la posición natural que debería de tener ese brazo era estar doblado hacia atrás. Después de varios debates y concursos, una restauración colocó un brazo estirado para el Laocoonte. Tras un descubrimiento y la última restauración hacia 1950, la historia dio la razón a Buonarroti. Se modificó y colocó el brazo original descubierto en la posición que el artista renacentista había predicho siglos antes.

La creación de Adán. Frescos de la Capilla Sixtina pintados por Michelangelo Buonarroti en 1508-1512. (Foto de: Britannica)
Laocoonte y sus hijos. Agesandro de Rodas, Atenodoro de Rodas y Polidoro de Rodas. Siglo I dC. (Foto de Flickr) | El juicio final. Michelangelo Buonarroti, 1536-41. Capilla Sixtina (Foto de: https://mymodernmet.com/es/juicio-final-miguel-angel-capilla-sixtina/) | Torso Belvedere. Apolonio de Atenas, siglo I aC (Foto de Flickr)

En el caso del abdomen de la figura del fresco, también podemos destacar la relación con el Torso belvedere en la definición de los volúmenes y el claroscuro. El torso, descubierto también en la época de Julio II y añadido a las colecciones vaticanas alrededor del 1530, estuvo a la vista de Miguel Ángel con lo que no es difícil adivinar que fue esta una de las inspiraciones para los volúmenes anatómicos del Juicio Final.

La curva praxiteliana y el contrapposto de la escultura del David

Hermes de Praxíteles. Siglo IV aC (Foto de flickr) | David. Michelangelo Buonarroti, mármol de Carrara. 1501-1504 (Galleria dell’Accademia, Florencia) (Foto propia)

Siguiendo con Miguel Ángel, tanto en pintura como en escultura, el mundo clásico sirve de referencia a los artistas del renacimiento. Es el caso del David. La posición de las piernas, de la curva del torso y el cuidado de las proporciones son las mismas que, siglos antes, puso en práctica Praxíteles en su escultura de “Hermes y el niño”. En esta, la innovación introducida pasó por la S que simulaba hacer la silueta del cuerpo.

En la escultura del Cinquecento se copia el estándar establecido por el escultor griego. Se incluye también el contrapposto, desarrollado en el arte clásico, para aportar dinamismo a las figuras y composiciones artísticas.

Lo que queda claro es que Miguel Ángel, figura clave del renacimiento italiano, no dudó en estudiar y adoptar las innovaciones que se hicieron en el arte clásico. Logró así establecer un vínculo directo con quienes consideraban unos verdaderos artistas y humanistas.

Arquitectura: El caso de la cúpula de San Pedro del Vaticano y sus precedentes en Florencia y Roma

El uso de las cúpulas se remonta a la Roma antigua. En aquella época encontramos mausoleos y la mejor de las cúpulas diseñadas: el Panteón de Agripa. Tras pasar por el románico y gótico, que no hacen uso de cúpulas en su construcción, nace el renacimiento y pone su punto de mira en la antigüedad. Muchos de los templos y espacios destinados al culto, en esta ocasión cristiano, fueron construidos usando cúpula como cerramiento de la parte superior, como ya se realizó en Santa Sofía durante el Imperio Bizantino. Las composiciones y estructuras circulares y en cruz fueron tomadas por la nueva religión como las bases artísticas, si bien el Panteón, el Templo de Vesta o los tholos griegos ya cuentan con una planta circular y la asociación a un espacio sagrado.

Como hemos dicho, el Panteón es uno de los edificios más importantes de la capital de la península itálica y un referente básico para las construcciones de cúpulas en los nuevos espacios renacentistas. De estos espacios, principalmente de ámbito religioso, destacamos Santa Maria dei Fiore, en Florencia y, más tarde, la basílica de San Pedro, en Roma. Primero Bramante y posteriormente Miguel Ángel basaron sus creaciones en la forma, construcción e importancia que tenía la cúpula del Panteón para erigir una arquitectura similar. 

Pantheon de Roma, con la cúpula más alta del mundo antiguo (Reconstrucción de época de Adriano en 126 d.C) (Flickr) | Santa Maria dei Fiore de Florencia, con la cúpula construida por Brunelleschi (1436) (Flickr) | Cúpula de la basílica de San Pedro (Vaticano). Michelangelo Buonarroti (1546 y 1612) (Foto propia) 

Una de las ventajas del renacimiento fue que los artistas no esperaban a ver otras obras de arte clásicas en sus lugares de residencia. Al contrario que con las conquistas romanas de otros territorios y el expolio, se desplazaban para visitar ellos mismos esos lugares. De esta manera, pudieron estudiar el monumento in situ e idear, a través del análisis y sus conocimientos previos, la manera de levantar edificios que bebieran de la influencia de los clásicos.  Además, esta peregrinación artística que se dio con gran énfasis en el renacimiento, produjo que muchos artistas coincidieran en concursos o encargos en un mismo espacio. No solo fueron las influencias y la mirada hacia el renacimiento, sino que entre los propios contemporáneos o en las obras de arte del siglo anterior también se tendieron puentes, enriqueciendo aún más el tejido artístico del 1400 y 1500 en Italia.

La recuperación de temas paganos en el arte

Para cerrar este capitulo sobre las influencias en el arte, no podemos pasar por alto los temas que se trabajaron en las creaciones artísticas de la época. Después de siglos con tradición únicamente religiosa y en la que las monarquías se relacionaban con el poder divino, llega una nueva concepción.

Con el humanismo se recuperan las formas del arte clásico, pero también se apuesta por la relectura de escritores grecorromanos, por el interés de las temáticas que se representaban y la mitología de aquellas civilizaciones, eclipsadas desde el 300 por el cristianismo.

Venus y otros mitos grecorromanos

Al pensar en cómo se trasladaron los mitos grecorromanos al arte del renacimiento, podemos imaginar directamente una imagen: la Venus.

Tal como tratamos en el artículo anterior, la figura de la Venus fue ampliamente representada en Grecia y Roma, principalmente en la escultura. De nuevo aparece en el renacimiento, después de haber omitido los temas paganos durante toda la época románica y medieval. Artistas como Botticelli representan a esta diosa, desnuda y que sirve para encarnar los estándares femeninos de la mentalidad de la época. También en el renacimiento volvemos a presenciar desnudos en el arte que habían quedado excluidos en las representaciones sacras de la edad media. Posteriormente, en el siglo XVI encontramos la Venus de Urbino o la del espejo, de Tiziano y Velázquez, respectivamente.

El nacimiento de venus. Sandro Botticelli, temple sobre lienzo, 1485. Galleria degli Uffizi, Florencia. (Foto de la web del museo)

Pero no solo es la Venus el referente mitológico clásico que se retoma. La oda a las estaciones, como se hacía en las culturas paganas, los episodios mitológicos protagonizados por diferentes dioses o las fábulas ocuparon, durante el renacimiento y el barroco, las representaciones artísticas junto a temáticas sacras y de la nobleza. Podemos destacar en el renacimiento obras como La Primavera de Botticelli o El rapto de las sabinas de Giambologna (representando el episodio de la fundación de Roma). También en el barroco nos encontramos con estos temas mitológicos como en el Apolo y Dafne de Bernini, la Venus y Adonis de Rubens (1630) o las Hilanderas (la fábula de Aracne) de Velázquez (1657).

Por lo tanto, uno de los condicionantes que hacen del renacimiento una época de gran esplendor es también la variedad de temáticas trabajadas en un mismo periodo y por los mismos artistas, quienes en ocasiones dejaban para la experimentación unas temáticas más paganas y para un estilo más “clásico” los encargos.

Apolo y dafne. Gianlorenzo Bernini, 1622 y 1625 . Galleria Borghese (Foto propia)

Conclusión

Nadie duda del Renacimiento como la época artística que marcó un antes y un después en el arte occidental. Desde 1500 son muchas las influencias que han ido remitiendo al arte renacentista. Tambien son muchas las referencias que se hacen, consciente o inconscientemente, a los artistas y las técnicas de este periodo.

Wölfflin defiende que el renacimiento agota sus posibilidades tal como lo hizo en su día el arte clásico. Ahora son los propios artistas de 1500 quienes, con su evolución artística, dan paso a la época del barroco. En obras todavía de final del renacimiento, como el Juicio final, vemos como el uso de la luz incidente sobre los cuerpos. Los volúmenes y el claroscuro que representa Buonarroti antecede a unos patrones estéticos que serán llevados al máximo por Caravaggio, Bernini y otros artistas posteriores.

Cuando analizamos el arte de este periodo establecemos comparativas inevitables con el arte de los griegos y de los romanos. Se relacionan en el estilo, pero también en las concepciones humanistas y, ahora, neoplatónicas que se desarrollan tras la edad media. Una nueva forma de pensar y una nueva organización social vinieron de la mano con la fuerte apuesta de las familias señoriales de Italia (como los Medici, Sforza o da Montefeltro) por un arte que se pusiera a su servicio. Este arte decoraría sus casas nobles, pero también los nuevos proyectos urbanísticos, haciendo de las ciudades nuevas capitales culturales, económicas, políticas y sociales, tal como ya lo fue Roma durante la época del Imperio.

(Duquesa y duque de Urbino. Paolo Uccello, 1473-1475. Óleo sobre tabla. Galleria degli Uffizi, Florencia (Foto de la web del museo)

Bibliografía

  • Janson, H. W. (2007). Historia general del arte / General History of art: Renacimiento Y Barroco / Renaissance and Baroque. Alianza Editorial Sa.
  • Wolfflin, H. (1986). Renacimiento y barroco / Renaissance and Baroque. Paidos Iberica Ediciones S A.
  • Najemy, J. M. (2005). Italy in the Age of the Renaissance: 1300-1550 (Short Oxford History of Italy). Oxford University Press, USA.