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Índice

  1. Introducción
  2. Qué le pasa a nuestro cerebro cuando nos centramos en ser creativos
  3. Creatividad aplicada a la docencia y en el ámbito profesional
  4. La creatividad en los tiempos de la IA generativa
  5. Bibliografía y referencias

Introducción

Cuando pensamos en la creatividad aplicada en el ámbito profesional nos vienen a la cabeza artistas, músicos, escritores y toda aquella profesión perteneciente a las humanidades. Lo cierto es que son profesiones que requieren de una gran creatividad para generar nuevas ideas o para dotar de diversidad a sus producciones artísticas. En cambio, la creatividad puede considerarse una de las cualidades básicas del ser humano.

Pero… ¿Qué se considera «crear»?

Según la RAE, se define la creatividad como la “facultad de crear” (1) y la “capacidad de creación” (2). Pero no solo aquellos que han elegido el mundo artístico tienen la capacidad de creación, sino que está atañe a todos los seres humanos. Por este motivo, la creatividad se usa para resolver problemas, para plantear tareas o retos, encontrar soluciones o inventar nuevos elementos, ya sea en el arte, como en la ciencia o las letras. 

La facultad de crear no es un proceso único, sino una conjetura transversal de procesos cognitivos, que beben de las influencias de los estímulos que recibimos diariamente por todos los sentidos, de la reflexión sobre los conocimientos previos y la relación con los nuevos. La creatividad se relaciona frecuentemente con la capacidad de pensar de manera divergente, de la flexibilidad y la adaptación frente al cambio, ya que es más sencillo para las personas creativas encontrar los recursos para resolver los nuevos problemas que se plantean.

Tipos de creatividad y cómo se relaciona con cada persona

En la revisión realizada por Araya (2005), destaca las concepciones de creatividad de dos grandes investigadores: 

Gardner (2001) estima que “el individuo creativo es una persona que resuelve problemas con regularidad, elabora productos o define cuestiones nuevas en un campo de un modo, que, al principio, es considerado nuevo, pero al final llega a ser aceptado en un contexto cultural concreto”. 

Csikszentmihalyi (1998), hace una división de los tipos de creatividad y como esta atañe a las personas, separando en varios niveles: “a) los que expresan pensamientos no frecuentes: personas brillantes, interesantes y estimuladoras; b) los que experimentan el mundo de manera nueva y original: son los personalmente creativos; y c) los que realizan cambios significativos en la cultura: producen cambios en un dominio o lo transforman en otro.” 

La creatividad se basa en establecer conexiones y encontrar la solución a problemas. A más recursos, más posibilidad de producir respuestas (Foto de Unsplash)

De la misma forma es posible diferenciar entre la creatividad expresiva, técnica, inventiva y de innovación, siendo la creatividad aplicada a diferentes áreas o capacidades. Algunos de los conceptos que se asocian comúnmente y en diversas investigaciones con la creatividad son la flexibilidad, la fluidez, la originalidad y la elaboración. La creatividad se ve influenciada por los factores externos, así como por los propios de la personalidad de cada uno, con lo que ello hace que no todas las personas tengan los mismos grados de creatividad (pero no por ello que exista gente nada creativa o que solo lo sean los de humanidades).  

Creatividad e inteligencia no están completamente ligadas, pero sí que se establece una relación gracias a que se enfoca en la resolución de problemas y la flexibilidad. En el caso de las investigaciones de Gardner, se define que existen diversos tipos de inteligencia, así como de creatividad asociada: la forma de resolver problemas puede ser diferente según el campo, aunque en todo momento sigue siendo creatividad, aplicada a diferentes áreas. 

Qué le pasa a nuestro cerebro cuando nos centramos en ser creativos

La creatividad es una conjunción entre las cosas que imaginamos, las que percibimos y las que tenemos aprendidas. Pero, ¿cómo sucede esto a nivel cerebral?

Gráfico sobre las conexiones neuronales de un cerebro creativo, de la investigacion realizada por Roger Beauty, de la Universidad de Harvard (Foto del artículo de la BBC)

“Durante la investigación, publicada en la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (más conocida como PNAS), Beauty encontró que el pensamiento creativo ocurre al interior de tres redes.

Estas redes son: la red neuronal por defecto, que se utiliza cuando el cerebro está imaginando; la red de control ejecutivo, que se activa para tomar decisiones; y la red de prominencia, utilizada para discernir la importancia de una cosa y que funciona como un interruptor entre las otras dos redes.”

Tanto el artículo de investigación citado en la BBC como Howard Gardner en su libro “Mentes creativas” afirma que lo que diferencia unas mentes de otras en el grado de creatividad es la velocidad y la capacidad para establecer conexiones mentales

La relación entre creatividad y motivación

Lo cierto es que, en algunas partes, puede ser un proceso que se retroalimenta. Las conexiones mentales se ven influenciadas directamente cada vez que aprendemos, ya que incrementamos nuestra “base de datos” en la que establecer esas conexiones. Cuando recibimos un feedback positivo, ya sea externo o propio (nos damos cuenta de lo que hemos hecho bien, lo valoramos y nos sentimos conformes con ello), se potencia nuestra motivación intrínseca (sobre la que hemos hablado anteriormente en este artículo) y con ello, las ganas de seguir aprendiendo. Entramos en el “estado de flujo” de Csikszentmihalyi, potenciando la creatividad por estar inmersos en el proceso y disfrutando del mismo.

No es difícil reconocer que si algo no nos motiva, raramente tendremos ideas o propuestas creativas para resolver los problemas planteados. Y con ello, si la apatía se convierte en rutina, acabaremos en una zona de confort que no nos permitirá llevar más allá nuestra creatividad (aquí te hablo un poco más del tema y te aporto 3 consejos para evitar que esto suceda).

Creatividad aplicada a la docencia y en el ámbito profesional

La creatividad en el ámbito educativo es esencial para docentes y alumnos. Y ambos tienen la misma base: la multidisciplinariedad o transversalidad.

Como alumnos, a menudo consideramos que si somos buenos en un área concreta, no podremos serlo en otra, sobre todo si son socialmente contrapuestas como las humanidades y las ciencias. En cambio, si los docentes dan un enfoque interdisciplinar y generan situaciones de aprendizaje que activen los conocimientos de diversas áreas a la vez, el estudiante podrá generar conexiones que retroalimentan su aprendizaje.

De la misma forma ocurre como docentes. Centrarnos en una materia (o incluso un ámbito concreto dentro de esa materia) puede generar que nuestra creatividad y la de nuestros estudiantes quede mermada. Si, por el contrario, apostamos por proyectos (con diversas etapas y actividades) que fomenten las relaciones entre áreas, que requieran de investigación y que tengan un componente artístico, conseguiremos que los resultados sean más avanzados creativamente. Esto no quiere decir mejores artísticamente, sino con soluciones más ágiles a problemas planteados

Las ciencias y la investigación también son creativas

Los de ciencias no saben dibujar, o no son buenos en ningún campo artístico.

Esta afirmación tan comúnmente conocida no tiene por qué ser cierta. Siguiendo con los planteamientos anteriormente desarrollados, los científicos, investigadores y profesionales del ámbito científico requieren a diario establecer conexiones entre sus descubrimientos y el conocimiento previo para aportar nuevas soluciones. Y si a ello añadimos el factor tiempo (por una necesidad actual o simplemente por el ritmo de vida social), tenemos la necesidad de flexibilidad y agilidad. Esta capacidad por la cual los desarrolladores de software generan productos desde cero o por la que investigadores descubren nuevos hitos científicos o humanísticos, se llama creatividad. 

La creatividad en los tiempos de la IA generativa

Desde 2022 vivimos en la gran revolución de la Inteligencia Artificial generativa: aquella que puede “crear” nuevas manifestaciones artísticas (ya que suele estar aplicada al arte visual o a la producción de textos propios) de manera automática. Con este nuevo avance mucha gente se cuestiona la capacidad creativa del ser humano y la de la máquina.

Si consideramos que los algoritmos de IA se entrenan con imágenes y todo tipo de documentación ya existente, podemos pensar que esta creatividad se enfoca únicamente en la producción basada en elementos que se encuentran ya en la realidad. Si para ser creativo entra en juego la influencia del entorno, de la sociedad y de las sensaciones que percibimos por los sentidos, así como nuestras emociones, no podemos considerar que herramientas como Dalle-2, Stable Diffusion o Chat GPT sean realmente creativas. Solo son máquinas de reproducción, que generan un mix de algo ya existente.

Según Du Sautoy, «Un acto verdaderamente creativo exige a veces salirse del sistema y crear una nueva realidad. ¿Puede hacer eso un algoritmo complejo?» (…) «La creatividad no es un absoluto sino una actividad relativa. Somos creativos dentro de nuestra cultura y marco de referencia.» (…) “Los algoritmos aprenden a actuar en función de los datos con los que interactúan. ¿No implicará esto que siempre se verán condenados a producir más de lo mismo?”

Esta reflexión diferencia la creatividad humana de las capacidades actuales de la IA para la generación de imágenes. Pero, ¿acaso no actuamos nosotros también según el contenido de nuestra «base de datos» de conocimiento y sensaciones?

¿Y el futuro?

Ciertamente, el horizonte que se plantea con la irrupción de estos modelos de inteligencia artificial da entre miedo y curiosidad. Tal vez estas herramientas ayudan a ampliar la creatividad de las personas mediante el diálogo con ellos, permitiéndonos evolucionar y crear más conexiones mentales sobre las que trabajar. O, por el contrario, si optamos por alejarnos de estas novedades tecnológicas, también se nos puede plantear la oportunidad de exprimirnos el cerebro para establecer nuevas relaciones que nos salven y nos diferencien de las máquinas. 

¿Estamos más cerca de la relación diaria con robots humanoides o «cobots» gracias a los avances de la IA? (Foto de Unsplash)

En cualquier caso, lo que queda claro es que salir al exterior, relacionarse, nutrirse de experiencias y de conocimientos y en definitiva, cualquier actividad fuera de nuestra rutina nos hará crecer y ser más creativos en cualquier área que nos propongamos.

Bibliografía y referencias

  • Chacón Araya, Y.,  (2005). Una revisión crítica del concepto de creatividad. Revista Electrónica «Actualidades Investigativas en Educación», 5(1), 0. 
  • Tristán López, Agustín, & Mendoza González, Liliana. (2016). Taxonomías sobre creatividad. Revista de Psicología (PUCP), 34(1), 147-183. https://dx.doi.org/10.18800/psico.201601.006
  • Sirna, G. (2023, 18 enero). ¿Puede la inteligencia artificial reemplazar la creatividad humana? Medium.
  • Gobet, F. (2019, 19 junio). How Artificial Intelligence Can Help Us Understand Human Creativity. Frontiers.
  • BBC News Mundo. (2018, 21 febrero). Así funciona el cerebro de las personas creativas según Roger Beaty, experto en neurociencia cognitiva de laUniversidad de Harvard. https://www.bbc.com/mundo/noticias-43089118
  • Sautoy, M. D. (2020). Programados para crear: Cómo está aprendiendo a escribir, pintar y pensar la inteligencia artificial (1.a ed.). ACANTILADO.